Mensaje YO

Para enseñarles a los hijos a expresar sus sentimientos, es conveniente servir de modelo compartiendo nuestros sentimientos sobre las cosas que nos suceden. Para esto resulta útil el mensaje-yo, una herramienta tomada del programa para padres PET (Parent Effective Training) escrito por Thomas Gordon, (1988). El mensaje-yo, se utiliza para comunicar en primera persona, los sentimientos, deseos y necesidades.

Con los mensajes-yo, primero se pone de manifiesto el comportamiento que molesta ó preocupa, sin culpar al ejecutante. En segundo lugar, se describen los sentimientos que provocan el comportamiento y sus consecuencias.

El mensaje-yo generalmente consta de tres partes y puede construirse de la siguiente manera:

1. Decir lo que está ocurriendo.

2. Decir qué siente

3. Explicar por qué se siente así

“Cuando no me llamas, me siento preocupado, porque no sé dónde estás”

“Cuando no regresas las cosas a su lugar, me siento enojado, porque pierdo mucho tiempo buscándolas.

Sin embargo la construcción del mensaje no necesariamente tiene que seguir este orden, los padres pueden decir primero lo qué sienten y después lo que está ocurriendo y pueden explicar o no el por qué se sienten así.

    “Me siento muy contento de verte trabajar, porque veo tu esfuerzo”

    “Me enoja que los platos se queden sin lavar”

Tampoco es necesario que un mensaje-yo siempre contenga una manifestación de sentimiento.

        “No puedo oír la televisión cuando hay tanto ruido”

        “No puedo pasar la aspiradora, cuando el piso está lleno de juguetes”

La construcción de un mensaje-yo depende de la situación y el padre puede elegir la forma en la que lo formulará.

Este tipo de mensajes sirven para hacerles saber a los otros lo que significan sus acciones, facilitan la resolución de problemas, permiten ser francos sobre cómo nos sentimos y lo que deseamos, demuestran respeto y promueven la cooperación. Los mensajes-yo sirven para tres propósitos educativos:

• Para comunicar sentimientos: “me duele que tu amigo no te acompañe”

• Para estimular: “me alegra ver la generosidad que tienes con tu hermano”

• Para poner un límite: “no puedo poner la mesa si está tu mochila ahí”

Estos mensajes ayudan a que los niños se responsabilicen de su comportamiento, confiando en que la situación será manejada de una forma constructiva. Estos mensajes son efectivos ya que la responsabilidad de modificar el comportamiento se centra en los niños y no en los padres.

Para que la comunicación logre cierta profundidad y sea un intercambio sincero de sentimientos entre padres e hijos, se necesita además, un entorno que ofrezca un nivel de apoyo genuino.